En el Libro intitulado Ecos de
la Alternancia en Oaxaca, el ex director y profesor investigador del Instituto
de Investigaciones Sociológicas de la UABJO, Carlos Sorroza Polo, hace un
balance a un año del gobierno del Cambio, y lo sintetiza con los siguientes
puntos:
A un año de administración, se
carece de una visión y una estrategia eficiente para encauzar el desarrollo de
Oaxaca; el aparato de gobierno es ineficiente e ineficaz en sus políticas, y la
presión y la descomposición social lo agobian.
En tanto, añade el candidato a
Doctor en Ciencias Políticas por la UNAM, los proyectos estratégicos se
encuentran detenidos o de plano cancelados.
Refiere que se ha tomado una
opción que parece definitiva para este gobierno, que abandona la idea de un
cambio a fondo, que busque equidad, organización, participación y progreso, y
se opta por un manido estilo de control social, acompañado de migajas para los
de abajo y opulencia desbordada para los de arriba.
En la obra presentada en el
paraninfo de la Facultad de Derecho de la UABJO, ante un lleno total de
catedráticos, abogados y estudiantes universitarios, Sorroza Polo, expresa
profunda preocupación, al exponer que se acaba el tiempo de gobierno.
Esto, porque advierte que en
breve, todo comenzará a girar en torno a la sucesión presidencial, la cual, por
cierto, podría traer más elementos adversos que promisorios para la entidad.
Resalta: Mientras tanto, las
estructuras del atraso, la desigualdad, el deterioro y la precarización
permanecen intocadas.
El investigador agrega que no
se ha hecho nada por corregir la enorme disparidad en la distribución del poder
que existe en Oaxaca, y por la cual la clase gobernante, la élite económica,
los dirigentes partidistas y sindicales, y los movimientos sociales con más
poder de movilización y presión, tiene n todo el poder, mientras que la mayoría
de la población-y sobre todo las comunidades indígenas-carecen de poder y ven
conculcados sus derechos todos los días.
Desde la óptica de Sorroza
Polo, "no se ha hecho nada por dar voz a los que no la tienen", estableciendo
formas de diálogo, de organización y de participación en la toma de decisión
política en los aspectos relevantes para la vida y el desarrollo de Oaxaca.
Los mantienen, eso sí, con las
minucias destinadas a los municipios o a los programas sociales y productivos
de tipo asistencialista.
Hasta ahora, no se ha hecho
nada para implementar programas eficientes en el combate a la pobreza, que
tomen en cuanta los conocimientos e instrumentos de las teorías del desarrollo
rural territorial, o las experiencias exitosas de otros países.
De ese modo, expone, no se ha
hecho nada para satisfacer los derechos fundamentales de los oaxaqueños,
consistentes en trabajo e ingreso digno, satisfacción del derecho a la salud y
a la educación, así como a una vivienda con servicios básicos.
Para el investigador del
IISUABJO, se ha trabajado deficientemente en la concepción, estrategia e
implementación de proyectos estratégicos que, basados en recursos minero,
ambientales, forestales y energéticos, dan a Oaxaca ventajas comparativas
importantes a nivel nacional e internacional.
Sin embargo, sabemos bien que
las ventajas comparativas son meras potencialidades o materia de despojo de
fuerzas externas si no se construyen las ventajas competitivas e
infraestructura, educación y los servicios que se requieren para aprovechar las
potencialidades existentes.
Sintetiza:
Estaremos inmovilizados o
caminando hacia una situación de inestabilidad cada vez mayor, si nos
percatamos de que, para mejorar a Oaxaca, es necesario remover las estructuras
que nos hacen tan desiguales y nos mantienen en el atraso.
Asimismo, definir una
estrategia que nos permita avanzar de abajo hacia arriba-y de arriba hacia
abajo-y actuar bajo un esquema que dé voz, organización y participación al
pueblo, y haga del Estado, una agenda democrática y eficiente, líder del
desarrollo de Oaxaca.
LA
ESCOLARIDAD EN OAXACA
En el contexto actual de
competencia global en los ámbitos de la vida económica, científica, cultural,
política y social; en una sociedad del conocimiento y de la información, la
educación cobra sentido e importancia. Sentido y valor estratégico que la
visión corta de nuestros gobernantes no la han podido dimensionar. Hoy más que
nunca es más importante contar con un pueblo más formado, con altos niveles de
especialización y con habilidades para seguir aprendiendo porque cada día los
conocimientos que ayer parecieron nuevos, hoy se desfasan, empiezan a
envejecer; hoy por hoy el factor que representa mayor rentabilidad económica y
social es un pueblo con mayor educación. Y en ese sentido Oaxaca camina a la
zaga. Oaxaca tiene inmensos retos, Oaxaca tiene grandes rezagos. Iniciar cuanto
antes todos, todos juntos con dirección y sentido, es urgente, indico el Doctor
Raúl Hernández Reyes.
Hoy esbozamos el reto de la
escolaridad de nuestra población adulta. Mientras los países de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) cuentan con un promedio de
escolaridad de 12 años (grados escolares) o más es decir, bachillerato
concluido que incluyen a Canadá y a Estados Unidos, países compañeros de viaje
de México en un bloque comercial de libre comercio desigual, México, para el
año 2000, contaba con 7.4 grados de escolaridad pero Oaxaca, nuestro estado,
sólo cuenta con 5.6 grados es decir tenemos un país que no compite con sus
socios comerciales y un estado que no termina en promedio la primaria y cuyo
problema educativo es todavía más grave, más complejo, con una profunda y
preocupante crisis. Veamos:
En una primera mirada, la
preocupación es grande y la ocupación es impostergable. El incremento
sustantivo de la escolaridad no se alcanza en el corto plazo. Entre 1970 y 1990
se creció sólo en 3.27 grados de escolaridad promedio a nivel nacional, Oaxaca
sólo creció 2.77 grados, es decir, sólo un grado o un poco más por década. En
1970, la población adulta de Oaxaca contaba con 1.9 grados su escolaridad y en
1990 de 4.6. Para el 2006 se estima que contaba con 6.5 grados.
Segunda reflexión, si el
Distritito Federal en el año 2000 contaba con 9.6 grados de escolaridad y
Oaxaca arañaba el sexto grado de primaria (5.6 grados), las distancias son
abismales y el tiempo es muy considerable. Si Oaxaca ha crecido, desde 1970, en
promedio de escolaridad un grado por década y la distancia con el D.F. son de cuatro
grados. A ese ritmo estamos de 40 años de poder igualarlo y a 20 años del
promedio nacional que es de 7.4.
Una reflexión grave
devastadora y para nada catastrófica o sensacionalista. Las desigualdades al
interior del estado son aún más preocupantes. Para 1990, el distrito del Centro
el de mayor desarrollo educativo o grado de escolaridad contaba con 7.8 grados
de escolaridad y para el 2000, con 8.9 grados de escolaridad. En contraposición
de los distritos menos desarrollados o con menos escolaridad como son Teotitlán
y Juxtlahuaca, con 2.85 y 2.66 grados respectivamente para 1990 y 3.5. y 3.4
respectivamente para el 2000, el panorama es desolador, es devastador, es una
zona de desastre. En otras palabras, Juxtlahuaca, para ubicarse en términos de
escolaridad como se encuentra hoy el distrito del Centro, con la misma
velocidad que ha venido ocurriendo en el tiempo, necesitará 50 años para
lograrlo. Abismal, criminal su condición. Esperemos que los resultados
definitivos del Censo de Población del 2010 no nos desencanten aún más.
Para nada es de asombrarse que
los estados muy pobres como Oaxaca y a su interior los distritos y regiones más
pobres aún, con población indígena, con menor poder político, son los que han
permanecido históricamente, por muchas décadas con los más bajos índices de
escolaridad y con los más altos grados de rezago educativo necesitaran más de
50 años con el ritmo de crecimiento actual para estar con los niveles de los
estados del país más desarrollados y a 60 o 70 años para los niveles de los
países de la OCDE. Es catastrófico.
Además, México y Oaxaca se
ubican ya en un escenario en el que su población envejece con rapidez que hará
más difícil su mano de obra calificada en términos de productividad y beneficio
laboral; provocará desencanto y no verán un futuro prometedor en la
escolarización y la formación.
La consigna inmediata y su
concreción respectiva tendrá que ser que ningún niño o población en edad
escolar fuera de la escuela; una política pública que sin simulaciones invierta
de manera creciente en educación y mejore permanentemente la calidad del
sistema educativo; una política pública educativa y productiva de formación
permanente que no descanse únicamente en el sistema escolarizado si no busque
alternativas de transmisión del conocimiento y competencias a la sociedad.
Urge encontrar ecos en una alternancia que ya tiene un año de haber
iniciado, señaló el Coordinador del libro Ecos de la Alterncia.
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Carlos Sorroza Polo
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