Héctor
A. Gil Müller
En
una de las mañaneras, ejercicio comunicativo llevado a cabo por el Presidente
de México, como una eficaz manera de controlar la agenda mediática y mantener
una conversación que parece tener un solo hablante, se refirió a “pausar” las
relaciones con España.
Motivado
por diversos actos de corrupción entre empresas de origen español y PEMEX el Presidente
llamó a pausar porque no queremos ser robados. Y aunque el discurso empezó
criticando a empresas que no cumplen con las buenas reglas, que abusando de su
posición corrompen cayendo en prácticas desleales, terminó incluyendo la “cúpula”
gubernamental. Al final se dejó una ambigua declaración en la que no se sabe si
se expresa por un observador neutral, un enjuiciador particular o el jefe
diplomático de una Nación.
La
expresión no deja claridad, incluso menciona que habrá que pausar hasta que el
gobierno cambie y no esté él, esto parece ser una declaración que se mantendrá
hasta 2024. Cuando un texto se saca de contexto solo sirve de pretexto parece
ocurrir aquí. Pero la confusión no es menor y mucho menos residual, España es
el segundo inversor extranjero en México con 76 mil millones de dólares al cierre
del tercer trimestre de 2021, esto representa el 12% de la Inversión Extranjera
Directa de México.
Esta
declaración, que aún no tiene ninguna acción diplomática, al menos mientras
redacto este artículo, manifiesta una esquiva salida al responsabilizar a otros
sobre nuestra propia falla. En cualquier propiedad que se resguarde las cercas,
que expresan límites, permiten evitar que los externos entren, pero también que
los internos salgan. No podemos aislarnos para evitar prácticas y corruptelas.
La moral y rectitud solo cobra sentido cuando se enfrenta a desafíos con otros.
Con esto digo, que el problema no está en otros, es nuestro y es nuestra la necesidad
de corregirlo.
Como
mencionó el presidente en los festejos de 500 años desde la caída del imperio
Mexica: “considero ofensivo volver a la vieja polémica de que los originarios
de Mesoamérica eran bárbaros”, (ahora somos ingenuos obligados a realizar actos
de corrupción) y aunque en aquel discurso comenzó pidiendo disculpas por la
ocupación militar española durante siglos, en 2019 había solicitado a la corona
española se disculpara por los abusos cometidos durante la conquista.
Quizá
el presidente recuerde las consecuencias de esa declaración, su impacto
mediático y no diplomático, quizá ese recuerdo le permite hoy volver a
declararlo, sabiendo las posibilidades. Como si se tratase de construir un
escenario político que reviva el imperio mexicano ante un enemigo que nadie
entiende, pero si se duele.
No
sé si pausar sea alejar, entiendo que si es detener. Cuando no escuchamos a
otros y tampoco comunicamos, el potencial de desarrollo relacional, porque en
cualquier relación su salud está en la información que se comparte, es muy
bajo. Sabia mi abuela que dijo: lo que se orea no se cura, refiriendo que una
herida oculta no sana. En estos actos, ¿estamos en proceso de sanar? O solo es
un comentario que distrae, pero no ordena, que involucra, pero no cambia, que
apunta, pero no señala.