Esos dos espacios que se rentan se los quitaron al Jardín Etnobotánico a pesar de estar dentro del área y perímetro de este.
La “grandiosa” idea de crearlo fue nada menos que del ex secretario de administración en esa ápoca gabinista, Alberto Vargas Varela y el ex secretario de turismo, José Zorrilla, dividieron prácticamente el Jardín Etnobotánico, para sacarle provecho a esos dos espacios con la renta para bodas o quinceaños, principalmente.
A pesar de la oposición del maestro Toledo y de los propios directivos del Jardín Etnobotánico que en ningún momento estuvieron de acuerdo por el daño que le ocasionarían a dicho lugar, ambos exfuncionarios gabinistas se salieron con la suya y sacaron el decreto vía el Congreso del Estado con la única intención de sacar dinero, hoy el tiempo le da la razón al artista plástico más importante de los últimos tiempos, el daño está hecho, abandonaron el lugar.
Ese es el valor que le dan a la cultura en Oaxaca. Muy lamentable.
Y lo peor es que el usufructo siguió en el sexenio de Alejandro Murat Hinojosa, quien, en lugar de desaparecerlo, lo siguieron rentando para fiestas, donde hasta las escalinatas para llegar al lugar por donde pasan los invitados se ha despegado la cantera y tampoco le dieron mantenimiento. Incluso algunas invitadas han sufrido caídas.
¡Ni una manita de gato!
¡Es increíble!
Hoy toca el turno al gobierno de Salomón Jara Cruz, que ha ponderado en repetidas ocasiones la importancia de los espacios culturales, aquí tiene a uno de los más importantes de Oaxaca, el Jardín Etnobotánico y la magna obra del maestro Toledo, hay que devolverle su grandeza y no seguir permitiendo la renta de esos espacios para fiestas, cuyo único objetivo, ha quedado comprobado, fue sacar dinero que no se sabe para qué lo ocuparon durante 10 años.
Bien haría Jara Cruz en darle una revisada al decreto y ordenar que se cancele, reunir a su equipo de cultura, incluso a expertos en la materia y visitar el lugar, hablar con los empleados del Jardín Etnobotánico y sus directivos, se va a llevar grandes sorpresas, porque hasta una obra de sanitarios para mujeres y hombres, quedó inconclusa y abandonada.
De plano, los empleados están por honorarios, no tienen derecho a vacaciones, ni seguridad social, ganando lo mínimo, pero eso sí las casi tres hectáreas que abarca el Jardín Etnobotánico lucen esplendorosas, y los trabajadores tienen la camiseta bien puesta, las diversas variedades de plantas están super cuidadas y ya tienen producción propia de las diferentes especies.
Por eso vale la pena un voto de confianza por el rescate del Jardín Etnobotánico y la obra maestra del artista plástico Francisco Toledo, en su memoria, “La sangre de Mitla”.
Veremos si hay voluntad del gobierno de Jara Cruz para cumplir en los hechos.