Héctor A. Gil Müller
“Los griegos dieron conciencia al mundo”, enseña el dicho
que no escatima en admirar el gran impacto que la cultura helénica trajo al
pensamiento humano. Su capacidad de observación e interpretación, llevado a
tantas disciplinas, transformó la manera de entender lo que nos rodea. Una
cosmovisión que incluía todo. Los griegos nos enseñaron a enseñar, la ética
para juzgar y la lógica de razonar. La mitología nos deleita con historias que
más que explicar un cielo divinal nos narra cómo somos y responde a dudas que
yacen ocultas entre la costumbre y el desinterés. Siglos después los griegos
han dejado esa tradición, como si el mundo ahora corriese mas rápido como para
preguntarse. En la antigua Grecia el corredor lo hacia a la meta, lo que estaba
más allá, en su andar se impulsaba y lo estiraba el llegar.
La profecía política que los griegos construyeron resulta
por demás aleccionadora. La monarquía se degenera y enfrenta en su propia
esencia su deterioro dando paso a la oligarquía, el gobierno de los cercanos al
monarca. Cuando la oligarquia ya no es suficiente se degenera en la democracia,
el gobierno de las mayorías. Cuando también se degenera, porque la mayoría se
fragmenta cuando olvida por que está junta, cuando sus diferencias son tan
graves que no se puede entender el por que deu la mayoria, surge la oclocracia, el gobierno de
los oprimidos. Cuando la oclocracia se degenera, porque la necesidad nunca fue
buena brújula ni capitán en barcos tranquilos, surge la timocracia. El gobierno
militar que exhibiendo la disciplina, que es auscente en el urgido, se degenera
también y forma la monarquía.
Vemos ese ciclo en la historia y nuestra América, como el
resto del mundo, no está exenta. A veces suavizamos los cambios, los adornamos
con matices libertarios, conciencia de novedad o valores de continuidad, pero
son cambios que nos llevan de una percepción política a otra. Quizá solamente
seamos tan rutinarios que el ciclo está condenado a repetirse.
Latinoamérica parece seguir sumida en las inquitudes del
rumbo. La amenaza latente del golpe de estado en Bolivia, aunada a la
percepción de crisis, carencia y debilitamiento económico se presenta como un
fantasma bastante real. Cambiar violentamente a la autoridad, tomar el gobierno
por el propio Estado. Bolivia enfrenta o genera una crisis que parece ir
alegando que el rumbo no es el correcto. Argentina sigue luchando contra su
crítica y debilitada economía sin saber aun el rumbo a tomar. ¿será tan confuso
el camino?, Chile mantiene un recuerdo latente de su crisis económica al inicio
de la década, y en general todos los países del continente coinciden en la
inseguridad ante el rumbo, el desconocimiento de la meta y de los medios para
alcanzarla.
En México nos hemos acostumbrado a la incertidumbre. La
inseguridad continúa y los paliativos tratamientos a los problemas de
desarrollo contrastan con una economía que cada vez advierte mayor movimiento. Pero
quizá ya no nos mueve la meta, como un mas allá, sino que queremos la
descripción exacta de lo que hay, no avanzamos pues seguimos buscando. ¿En
verdad no sabemos lo que necesitamos?, ¿la meta está tan oculta?, pensar el
camino y andar en él implica saber el rumbo. La ecología que es el ambiente y
la economía que es la riqueza, quiza estén volteadas y la economía establezca
con mas facilidad el ambiente y estemos rodeados de la verdadera riqueza.