Héctor A. Gil Müller
El lema internacional del fenómeno global liberal, si
pudiese adjudicarse al Foro de Davos como vocero, es “reconstruir la confianza”.
Ese fue el lema del foro en enero de este año y que ha permeado en las instituciones
globales como una buena aspiración pero no en una clara vocación. Nada mas
complejo en un entorno volatil, incierto, complejo y ambiguo. La confianza es
un ambiente y exige una reiterada constancia, una especial congruencia y una
evidente integridad. Ocurre lo mismo en lo social. México espera y espera
mucho. Estoy seguro que existen deseos tan fuertes que hay estrellas que buscan
verlos desde el espacio.
La inseguridad sigue en ascenso y la política no aporta
soluciones. Sin estrategia que anticipe las soluciones y una terapia que
recobre un sentir de logro, la inseguridad se está volviendo una constante que
ya nos ha quitado el asombro. La política debe aportar propuestas a los
problemas, cuando no lo hace se vuelve esteril y el apoyo se agota. Supongo que
estamos tan ocupados como para no pensar en la injusticia de sacrificar el
presente, deseando el pasado sin pensar en el futuro.
La confianza es un ambiente, resultado de un ecosistema de
elementos sociales, culturales y de muchas otras dimensiones. La legalidad
exige un voto de confianza, la democracia también. La participación es
evidencia para medir la confianza que se tiene en una institución. Cuando la
gente calla está gritando, no escucharlo muestra desinterés, pero los gritos
siempre suenan, a veces no en el presente pero en alguien escucha.
Construir la confianza es una exigencia desde el interés, la piedad y también
la madurez. Nada se reconstruye sin la intención y dedicación. Nehemías, el
copero del Rey de Persa, era judío que sensible al dolor de su pueblo, decidió
reconstruir los muros de jerusalem. Hacerlo le exigió; motivar al pueblo,
obtener recursos, capacitar a los constructores y enseñar a defender. La
motivación implica una visión alcanzable y retadora. Los recursos afirman el
compromiso, la capacitación disminuye el error y aumenta la propiedad del reto
y defender algo nos lleva a amar, apasionarnos que es el combustible para
cuando las cosas van mal. Cuando falta el amor en lo que reconstruimos
abandonamos en el desafío. La crisis pone en perspectiva y solo lo que cuesta,
los valores, se mantienen.
Se habla de la confianza como un deseo, pero no hay una
acción para aquellas instituciones, organizaciones o colectivos que pierden la
confianza, lo dejamos al libre mercado su sanción. Si existe un derecho humano,
la confianza debe ser una obligación. Es importante empezar a pensar en las
obligaciones como exigencia a la par de los derechos que ha usado la
resistencia para su consistencia. Empezar a exigir no el reconocimiento de un
derecho sino también el cumplimiento de una obligación. Yo pediría esa reconstrucción.
Lucir y vivir los beneficios de este siglo, dominar la noche y caminar por
ella, viajar en coche y disfrutar la escena. El hombre tan evolucionado como
ahora, en México está encerrado tras los barrotes de una casa, temiendo y
desconfiando, ¿será ese el futuro?, espero, con mucha esperanza, que no.