Donald Trump es impredecible. Su actitud pública frente a Justin Trudeau ha generado impacto en la política interna de ese país. De forma irrespetuosa trató a Trudeau, -primer ministro de Canadá-, en la reunión privada que sostuvieron ambos en su residencia de Mar-a- Lago, donde le externó la conveniencia para Canadá de convertirse en el estado número 51 de la Unión Americana.
Además, durante los
días posteriores mantuvo el bullying mediático en contra de Trudeau, a quien ofensivamente
calificaba de gobernador de Canadá. Esto nos describe a un presidente Trump imprevisible
y provocador y ello debiese poner a la presidenta Sheinbaum en estado de alerta
en relación con su homólogo. La mesura será fundamental pues entrar en
confrontaciones verbales sería de muy alto riesgo.
La capacidad de Trump para generar contextos inesperados de
alto impacto lo constatamos con su pretensión de volver a controlar al Canal de
Panamá, país al cual el gobierno del presidente Jimmy Carter devolvió todos los
derechos que el gobierno norteamericano se había adjudicado en 1903, a partir
de apadrinar un movimiento separatista para independizar a Panamá de Colombia,
país del cual formaba parte este territorio centroamericano.
A partir de apoyar la independencia de los panameños, los
norteamericanos lograron negociar la construcción del canal que conectaría, -para
efectos de navegación-, a los océanos Atlántico y Pacífico, obra que fue
inaugurada en 1914.
Hasta diciembre de 1999, -en que se canceló oficialmente el
tratado Hay Bunau-Varilla firmado en 1903, por medio del cual Estados Unidos
adquiría a perpetuidad derechos sobre ese territorio donde se construyó el
canal-, esta vía marítima estuvo bajo el control de Estados Unidos.
Ahora el presidente Trump menciona su intención de rescatar,
-de alguna forma-, el control de ese canal náutico.
Y qué decir de su reciente provocación al gobierno de
Dinamarca, que hasta hoy tiene a Groenlandia como parte de su territorio. Durante
su anterior gestión presidencial propuso al gobierno danés comprarle
Groenlandia, lo cual fue rechazado por ese país.
Hoy vuelve a presionar Trump al gobierno danés, que reiteró
que Groenlandia no está en venta.
Inesperado e impredecible se percibe el presidente Trump en
esta nueva etapa como gobernante. ¿Hasta dónde llegará?
Su capacidad de manipular las relaciones políticas con
comentarios no convencionales rompe con las reglas diplomáticas tradicionales.
Por ello podríamos considerar a Donald Trump un “cisne negro” del ámbito
político internacional.
El único freno a sus planteamientos radicales, -que puedan
ser motivo de conflicto internacional-, serán las instituciones sólidas,
fuertes y respetadas de ese país, además de un Congreso independiente, donde
incluso legisladores republicanos, -del mismo partido que el presidente Trump-,
se atreverían a frenar alguna propuesta de ley si la consideran
inconstitucional.
En 2007 Nassim Nicholas Taleb publicó en Estados Unidos un
libro titulado “El cisne negro”, en el cual analizaba el impacto de los eventos
impredecibles. Cabe destacar que en un mundo tan sensible e inestable como el
de hoy, -donde las redes sociales hacen público en tiempo real lo que pasa por
la mente de las personas-, debemos prepararnos para la aparición de personas no
convencionales como Donald Trump, quienes con una narrativa seductora que
conecta con las mayorías o minorías insatisfechas, legitima a través de la
democracia sus ocurrencias.
Frente a este contexto impredecible de la nueva era Trump,
la presidenta Sheinbaum debe empezar a replantear los límites ideológicos de
las nuevas políticas que avalará su partido.
El presidente Trump se está rodeando de un equipo
incondicional de políticos radicales, totalmente opuestos ideológicamente a las
acciones antidemocráticas, centralizadoras y autoritarias de la 4T.
Si bien Anthony Blinken, -el actual canciller de los Unidos bajo
el mandato del presidente Biden-, fue sumamente tolerante frente a la agresiva actitud
manifestada en su contra por el presidente López Obrador en sus últimos meses
de gobierno, y además paciente frente las descortesías del actual gobierno en
contra de su embajador Ken Salazar, -un hombre conciliador y prudente, por
cierto-, podremos considerar que esto ya no será tolerado por el próximo
canciller Marco Rubio, político de origen cubano, -hijo de inmigrantes-, quien según
sugiere su biografía parece que fue formado ideológicamente como anticomunista
radical por su abuelo, testigo de la destrucción de Cuba realizada por el
gobierno de Fidel Castro.
Y respecto al perfil del próximo embajador de Estados Unidos
en México, Ronald Johnson, éste es un hombre con formación militar y veterano
de la CIA, con experiencia en servicios de inteligencia, que en la anterior administración
de Trump representó a su país en El Salvador, logrando mucha cercanía e
influencia con el presidente Nayib Bukele.
Hoy que ha causado revuelo la posibilidad de que Donald
Trump confiera a los cárteles mexicanos la categoría de “terroristas”, -con lo
que ésto implica en la práctica-, los mexicanos realizamos conjeturas de cuál
será el límite con que el gobierno de Trump combatirá a los cárteles en nuestro
territorio ¿Será capaz de realizar acciones militares en contra de estos grupos
dentro de territorio mexicano?
Primeramente México no lo permitiría, pues violaría nuestra
soberanía, pero además, podemos pensar que ésto sería casi imposible, ya que
las instituciones políticas norteamericanas no lo autorizarían, por las
implicaciones jurídicas del marco legal que rige las relaciones internacionales
hoy en día respecto a países amigos y socios como lo es nuestro país.
Sin embargo, siempre existirán
recursos jurídicos para someter a los aún hoy soberbios funcionarios públicos de filiación morenista, -de los gobiernos anterior
y del actual-, que traen en su pasado acusaciones de contubernio, tolerancia, o
simplemente haber recibido aportaciones económicas para sus campañas electorales
por parte de grupos de la delincuencia organizada.
Ésto en cualquier parte del mundo es un grave delito aunque
en México haya sido tolerado como una falta menor, o falta administrativa… un “pecadillo”
que en nuestro país se absuelve públicamente con un apapacho mañanero y unas
frases de exoneración plenas de demagogia. Sin embargo, para la justicia
norteamericana estos son asuntos serios y delicados.
Dependiendo del nivel jerárquico de los personajes
denunciados, serán las presiones que recibirá el actual gobierno mexicano, pues
no habrá escapatoria frente a expedientes bien documentados por instituciones
respetables de nuestro vecino del norte.
En fin… vienen tiempos difíciles e impredecibles para este
gobierno de la 4T.
Enfrentar a un fenómeno político del tipo “cisne negro”
solamente con frases llenas de patriotismo y mucha dignidad, no será
suficiente.
La autonomía de nuestro país se defiende con la ley en la
mano, en una era caracterizada por una justicia globalizada y transparente,
haciendo honor a los compromisos firmados con organismos internacionales, de
los cuales México es un miembro destacado.
La otra forma de evadir compromisos jurídicos con la
comunidad internacional sería seguir el camino de Daniel Ortega y Nicolás
Maduro y declarar el fin del estado de derecho, lo cual no es viable para un
gobierno que no se cansa de reiterar su compromiso con la democracia.
Seguramente la presidenta Sheinbaum tendrá visión de
estadista como para identificar cuáles deben ser las decisiones correctas, pues
tiene los conocimientos, inteligencia y experiencia política para hacerlo. Sin
embargo, ésto implicará la difícil decisión de liberarse de compromisos
subjetivos y emocionales con quienes le ayudaron a llegar a donde hoy está.
Hoy es presidenta de todos los mexicanos y su compromiso es
con México, más que con el proyecto ideológico de su partido.
LA REDUCCIÓN PRESUPUESTAL DEL INE
Los números siempre son objetivos y racionales y no pueden manipularse.
La reducción presupuestal que el Congreso exigió al INE para la realización de
la elección de jueces, magistrados y ministros pondrá en riesgo este ejercicio
ciudadano.
Las decisiones económicas no deben estar sujetas a caprichos
ni a subjetividades, como lo ha hecho la bancada morenista en el Congreso,
abusando de su mayoría.
Pondrán en riesgo la legitimidad de la representatividad de los
resultados de la elección, de su propio proyecto.
La soberbia es un grave pecado político que siempre complica
las decisiones.
AMANALCO
La extorsión a los municipios ya es otro nivel en la
evolución del crimen organizado. La noticia publicada respecto al pago sistemático
que realizaba la alcaldía de Amanalco, Estado de México, al cártel local y la
posibilidad de que esto también estuviese sucediendo en Santo Tomás de los
Plátanos, así como en Tonatico, nos revela un nuevo modus operandi que quizá
esté más extendido de lo que las mismas autoridades se imaginan. ¿En cuantos
estados estará operando ya este modelo?
Cuando del cobro del derecho de piso al pequeño comerciante
se pasa a la extorsión gubernamental y esta se tolera con impunidad, podríamos
pensar que el siguiente nivel serán los gobiernos estatales.
Este proceso es como un cáncer que crece veloz y
silenciosamente destruyendo nuestra democracia y el Estado de Derecho.
Es importante investigar si esto representa la conclusión de
que un alcalde haya recibido “dinero sucio” durante la campaña, así como ayuda
delincuencial para ganar la elección, o simplemente la extorsión llegó inesperadamente
al asumir el cargo.
Cuando un partido voltea hacia “otro lado” cuando descubre
que su candidato está recibiendo ayuda criminal para ganar la elección, está
comprometiendo su propio futuro, pues quienes gobernarán el municipio serán los
patrocinadores de su candidato. Después, en la siguiente elección, ellos decidirán
quieres contenderán en las próximas elecciones.
Imposible no visualizar el futuro.
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