Para entender el nuevo contexto político de Estados Unidos debemos tratar de comprender las preocupaciones de la sociedad norteamericana.
El futuro se ve incierto apenas tome posesión Donald Trump
como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica el próximo 20 de enero,
pues no hay indicadores predictivos ni pistas que nos guíen para entender o
visualizar cuáles serán sus prioridades en este nuevo periodo. Es una incógnita
identificar si pretenderá detener o acelerar la tercera guerra mundial, -focalizada
ésta en el conflicto de Rusia con Ucrania-, hoy contaminado con la intromisión directa
de los países aliados de Putin, o si tratará de desentenderse del rol de líder
del bloque occidental que hasta hoy ha ejercido Estados Unidos en la OTAN, para
entonces enfocarse totalmente en la problemática doméstica de Estados Unidos.
Sea cual fuere su decisión, la relación con México seguro
será una de las prioridades del presidente Trump, por el impacto directo que tiene
nuestro país tiene en la vida interna de los Estados Unidos a partir de una
extensa y porosa frontera compartida a lo largo de 3,152 kilómetros de longitud.
Sin embargo, el presidente Trump es el reflejo de una
sociedad norteamericana que busca neutralizar sus propios riesgos domésticos, porque
están sucediendo acontecimientos de origen reciente, -de los últimos años-, poco
vistos anteriormente, como por ejemplo la agresión vehicular intencional que significó
la muerte de 14 peatones en Nueva Orleans, en la madrugada de este primero de
enero, o la explosión intencional de una Cybertruck en el hotel Trump en Las
Vegas, llevada a cabo por un ex soldado. A esto añadamos las masacres escolares
perpetradas por muchachos jóvenes en solitario.
Además, el incremento de muertes de consumidores de drogas,
que se ha acelerado a partir de la irrupción del fentanilo, así como el
incremento de migrantes hispanoamericanos que cruzan sus fronteras, -entre
otros hechos independientes entre sí-, tienen a la sociedad norteamericana
preocupada, pues antes de la globalización ellos eran quienes intervenían en
conflictos de otros países. En contraste, ahora las tragedias suceden dentro de
su propio territorio.
Muchos mitos se han creado internacionalmente respecto a la
hegemonía del pueblo norteamericano como creadores de un contexto imperialista.
Sin embargo, la realidad es que a partir de la globalización se sienten
vulnerables frente a las influencias físicas y culturales que reciben del
exterior y que impactan su estilo de vida, sus hábitos cotidianos, sus valores morales
y en general, su propia identidad como país.
Se sienten un país convertido en la mítica Torre de Babel, donde
hay comunidades enteras que hablan otro idioma diferente del inglés, incluyendo
lenguas orientales, musulmanas y por supuesto, el español, que hoy es una
segunda lengua en su territorio.
Esta sensación de vulnerabilidad quedó plasmada en el libro
titulado “Who are we?… The challenges to Americas National Identity”, que
significa “¿Quiénes somos nosotros? … los desafíos a la identidad nacional de
los Estados Unidos”, realizado por Samuel Huntington, uno de los más
importantes intelectuales y académicos norteamericanos dedicados al estudio del
nuevo contexto sociopolítico derivado de la globalización, libro publicado en
el año 2004, poco antes de su muerte, acaecida en 2008.
En esta obra Huntington focaliza los riesgos para su país en
dos ámbitos: primeramente el protagonismo de los pueblos islámicos que hoy
están invadiendo pacíficamente su territorio, como fenómeno migratorio. Y el
otro gran reto que preocupaba a Huntington era el impacto de la migración
hispanoamericana a su país, destacando principalmente a la mexicana.
Huntington interpretó hace veinte años el sentir de una gran
mayoría norteamericana de ascendencia europea cristiana, convertida en fenómeno
psicosocial que en el 2024 llevó al triunfo a Donald Trump por segunda vez, con
una narrativa aún más radical que la de su primer periodo.
El impacto visible que genera vulnerabilidad futura a la
estabilidad norteamericana, -seguramente desde su punto de vista-, es la
migración que llega hoy masivamente desde su frontera con México. Sin embargo,
más allá del fenómeno migratorio desde hace varias décadas nuestro país ha dejado
su huella en la sociedad norteamericana, -no sólo por el idioma-, sino por su rica
gastronomía, sus tradiciones, su cultura, sus valores y todo aquello que
impacta la identidad de un país.
Según la encuesta realizada en el 2022 por la Oficina del
Censo de Estados Unidos, 38.8 millones de residentes en Estados Unidos
declararon haber nacido en México o tener ascendencia mexicana. El total de la
población hispana radicada en USA alcanza los 65 millones, cifra que representa
casi un 20 % de un total de los 341 millones de residentes en territorio
norteamericano.
Es un fenómeno natural que todos los migrantes siempre
buscan llegar a los países que ofrecen mayor calidad de vida, y en el
continente americano ese rol corresponde a Estados Unidos.
Sin embargo, ningún otro país ha logrado permear su cultura
tan profundamente en Estados Unidos como lo ha hecho México.
Una cultura tan rica como la nuestra ha permeado de forma
sutil en la sociedad norteamericana y se ha acelerado a partir de la
globalización que nos ha interconectado en tiempo real.
Sin embargo, aunque no lo quieran reconocer, el impacto de
la mano de obra mexicana en la vida cotidiana de Estados Unidos es determinante,
por lo que la expulsión de nuestros connacionales que no tengan documentos migratorios
tendría grandes repercusiones en la economía de ese país. Difícilmente Estados
Unidos podría prescindir de millones de mexicanos que hoy son parte fundamental
de la vida norteamericana.
Para bien o para mal, -aún siendo tan diferentes el uno del
otro-, los destinos de nuestros dos países están indisolublemente unidos, de
forma tal que a pesar de encuentros y desencuentros hemos transitado juntos a
lo largo de nuestra historia. Sin embargo, en los últimos años, a pesar de
nuestras desigualdades y nuestra pequeñez frente a la fortaleza de la economía
norteamericana, el sello de la cultura mexicana cada vez más se hace presente socialmente
en ese país.
Seguramente de forma inconsciente y emocional esta
influencia cultural está generando reacciones sociales que se traducen también
en impacto político.
La paciencia y la mesura para evitar caer en provocaciones viscerales
será fundamental para evitar conflictos con la nueva administración del
presidente Trump.
UNA ABERRACIÓN JURÍDICA
Mientras el área de derechos humanos de la ONU hace una
llamada de atención al gobierno de México para que deseche la prisión
preventiva oficiosa como recurso judicial, en los últimos días se ha
incrementado el catálogo de delitos que la justifican.
Parecen no entender que este recurso judicial es un atentado
contra el universal derecho a la presunción de inocencia. Además se corre el riesgo
de incrementar las injusticias pues un indiciado en manos de policías y agentes
ministeriales, -aún siendo inocente-, corre el riesgo de ser presionado o
torturado para que acepte un crimen que no cometió.
A final de cuentas los perjudicados siempre serán los pobres,
que por no tener los recursos para pagar un buen abogado permanecerán en la
cárcel mientras los delincuentes de verdad, -con el dinero de sus fechorías-,
evaden la justicia.
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